Texto Publicado en la Tempestad 2007
Origami. Jose Maria Perez.
El área de trabajo de LeNoir & Asociados uno de los estudios de arquitectura de mayor impacto en el desarrollo urbano, habitacional y corporativo de la regia metrópoli de Monterrey se alberga en un cubo de lámina acanalada, acero y cristal ubicado - irónicamente- en la tradicional y popular colonia Independencia. Emplazado en un terreno de 814 m2 y ocupando solo 36 de ellos, este edificio utiliza la expresión formal para hacer referencia a la abstracción primaria que todo arquitecto hace a la hora de entender un edificio: la caja.
El reto programático del diseño fue manejar ocho módulos volumétricos de 3m X 3m X 3m en dos niveles, usando dos de ellos para albergar los servicios y los seis restantes dependiendo de las necesidades de trabajo requeridas por sus usuarios permanentes o esporádicos.
El edificio se aprecia desde la calle como un objeto que viajaba hacia algún lugar, pero que aterrizo ahí por circunstancias desconocidas. Las caras externas del cubo manifiestan un equilibrio fractal que repite el módulo principal, haciendo el gesto más dinámico con la utilización del grado de opacidad y la textura de los materiales. El muro poniente se cierra por completo y las transparencias para iluminar están ubicadas en los muros que se abren hacia el interior del predio que ofrece para ver, grava suelta, pasto, buganvilias, un moral, un canelo y los muros colindantes cubiertos de enredadera o graffiti.
Como vecino inmediato figura el Cubo 2, evidente secuela en el aspecto compositivo de este rubik hecho edificio. Sin embargo, éste no nació como oficina emergente de proyectos, sino como exploración para vivienda seriada, que pretendía romper con esquemas tradicionales del hábitat regiomontano resolviendo las necesidades básicas y funcionales de un departamento con el mayor ahorro de espacio posible, planteando un crecimiento a futuro y aunque no se desarrolló a nivel urbano, luce como maqueta escala 1:1 del ejercicio explorativo.
En el cubo se desarrollan numerosos productos de arquitectura mediante la dirección de Alexandre Lenoir quien luego de nacer y desarrollarse profesionalmente en Lausannne Suiza emigró a Monterrey buscado diferentes plataformas de intervención dentro de esquemas arquitectónicos, sociales y educativos (ITESM, CEDIM). Los asociados Vicente Tapia, Ramón Garduza, y José María Pérez son los encargados de traducir, negociar y discutir las decisiones de la oficina así como de llevar a cabo su materialización apoyados en el staff del taller.
La atmósfera cúbica es interesante pues se percibe un verdadero work in process, donde los teléfonos no paran de timbrar. Los colaboradores son quienes están encargados de proponer, solucionar, ofrecer y ejecutar soluciones a los diversos clientes, proveedores y desarrolladores con los que se tiene relación, y son convocados también a la hora de romper con el papel en blanco e iniciar un proyecto, variando ejercicios dinámicos que van desde lluvias de ideas hasta propuestas relámpago.
Aunque ni el cubo ni el trabajo que en él se desarrolla pretenden tener connotaciones directamente poéticas, resulta de sumo interés la sobriedad con la que se maneja la expresión de los proyectos que producen, pues ésta resulta de una lectura sincera del momento que actualmente vive la sociedad regia, el cual consta de un importante desarrollo empresarial, para lo que es necesario ofrecer soluciones prácticas factibles y apegadas al desarrollo constructivo que los edificios tendrán. Es por ello que la gran aportación de LeNoir & Asociados radica en el detalle de las piezas que se proponen, así como en la cantidad de información que se le ofrece al cliente para la comprensión lo que se esta haciendo con sus recursos.
Aún así, Lenoir, con su característico humor promueve la diversión en la arquitectura ya que por medio de ésta se pueden encontrar soluciones de mayor intensidad espacial y formal, haciendo de éste que para algunos no es más que un diedro, un cubo lleno de ideas.
El reto programático del diseño fue manejar ocho módulos volumétricos de 3m X 3m X 3m en dos niveles, usando dos de ellos para albergar los servicios y los seis restantes dependiendo de las necesidades de trabajo requeridas por sus usuarios permanentes o esporádicos.
El edificio se aprecia desde la calle como un objeto que viajaba hacia algún lugar, pero que aterrizo ahí por circunstancias desconocidas. Las caras externas del cubo manifiestan un equilibrio fractal que repite el módulo principal, haciendo el gesto más dinámico con la utilización del grado de opacidad y la textura de los materiales. El muro poniente se cierra por completo y las transparencias para iluminar están ubicadas en los muros que se abren hacia el interior del predio que ofrece para ver, grava suelta, pasto, buganvilias, un moral, un canelo y los muros colindantes cubiertos de enredadera o graffiti.
Como vecino inmediato figura el Cubo 2, evidente secuela en el aspecto compositivo de este rubik hecho edificio. Sin embargo, éste no nació como oficina emergente de proyectos, sino como exploración para vivienda seriada, que pretendía romper con esquemas tradicionales del hábitat regiomontano resolviendo las necesidades básicas y funcionales de un departamento con el mayor ahorro de espacio posible, planteando un crecimiento a futuro y aunque no se desarrolló a nivel urbano, luce como maqueta escala 1:1 del ejercicio explorativo.
En el cubo se desarrollan numerosos productos de arquitectura mediante la dirección de Alexandre Lenoir quien luego de nacer y desarrollarse profesionalmente en Lausannne Suiza emigró a Monterrey buscado diferentes plataformas de intervención dentro de esquemas arquitectónicos, sociales y educativos (ITESM, CEDIM). Los asociados Vicente Tapia, Ramón Garduza, y José María Pérez son los encargados de traducir, negociar y discutir las decisiones de la oficina así como de llevar a cabo su materialización apoyados en el staff del taller.
La atmósfera cúbica es interesante pues se percibe un verdadero work in process, donde los teléfonos no paran de timbrar. Los colaboradores son quienes están encargados de proponer, solucionar, ofrecer y ejecutar soluciones a los diversos clientes, proveedores y desarrolladores con los que se tiene relación, y son convocados también a la hora de romper con el papel en blanco e iniciar un proyecto, variando ejercicios dinámicos que van desde lluvias de ideas hasta propuestas relámpago.
Aunque ni el cubo ni el trabajo que en él se desarrolla pretenden tener connotaciones directamente poéticas, resulta de sumo interés la sobriedad con la que se maneja la expresión de los proyectos que producen, pues ésta resulta de una lectura sincera del momento que actualmente vive la sociedad regia, el cual consta de un importante desarrollo empresarial, para lo que es necesario ofrecer soluciones prácticas factibles y apegadas al desarrollo constructivo que los edificios tendrán. Es por ello que la gran aportación de LeNoir & Asociados radica en el detalle de las piezas que se proponen, así como en la cantidad de información que se le ofrece al cliente para la comprensión lo que se esta haciendo con sus recursos.
Aún así, Lenoir, con su característico humor promueve la diversión en la arquitectura ya que por medio de ésta se pueden encontrar soluciones de mayor intensidad espacial y formal, haciendo de éste que para algunos no es más que un diedro, un cubo lleno de ideas.